domingo, 23 de mayo de 2010

LA MADRINA (Cuento)

Foto: Juan Carlos Guzmán (El rata)


Muy pocos saben por qué le dicen la Madrina. Muy pocos conocen el lugar en La Victoria, de dónde sale para ir a un punto donde convergen semana a semana miles de personas. Muy pocos entienden que a su edad siga en esos trotes. Muy pocos serían capaces de hacer lo que ella hace. Muy pocos, de tantos. Yo mismo no la conozco demasiado. Pero eso no fue impedimento para reprimir unas lágrimas de pena cuando me dieron la mala noticia.

“La Madrina ha fallecido” fueron las palabras con que me detuvieron los minutos para pensar en una vida que había tenido bastante cerca sin haber compartido mas que gritos de gol, saltos de campeonato, cánticos de triunfo y puteadas de derrotas. Sí, todo aquello que pertenece al modus vivendi de lo que yo llamo el Homo Tribuno, esa evolución –otros dirían involución– del Homo Sapiens moderno que habita las tribunas de los estadios. Sobre todo en el de Alianza Lima.

–¿Cómo fue, qué paso?
–No sé, sólo me dijeron eso.

No podía reprimir la curiosidad de saber cuál había sido el motivo de su muerte. Lo más probable era su avanzada edad o su infatigable vicio del cigarro. Tampoco descartaba una posible venganza de la barra de Universitario, el eterno rival, que de tanto perder bombos y banderas por culpa de nosotros buscaban una desesperada revancha con tal de hacernos sentir su odio. Y es que la Madrina de tanto ser conocida en la tribuna, se había convertido en un símbolo para la Barra Sur de Alianza que hasta las hinchadas rivales habían llegado a conocer, y algunas a respetar.

Por eso la pronta nostalgia de no volverla a ver, me hicieron recordarla siempre a unos metros del bombo; a veces con su estampita del Señor de los Milagros que ponía al frente para rechazar las malas vibras o neutralizar los avances del equipo rival. O, en su defecto, juntando sus manos en una plegaria prolongada de cuarenta y cinco minutos cada tiempo y un intermedio para el infaltable cigarrillo negro, que la acompañaba desde aquellas épocas, cuando el futbol era la alegría y no el moderno opio del pueblo con que algunos lo conceptualizan hoy.

Es que la Madrina era de aquellos hinchas de Alianza Lima, que rayaba con la militancia política o con la fe religiosa. Una Dolores Ibarrouri de las graderías, La pasionaria de la popular sur. Porque no era de los que van muy cómodos a las tribunas preferenciales. Tampoco era de los que se sientan a los costados aprovechando la sombra de la tarde, no. Ella se plantaba en medio de la barra sin miedo a nadie, y con su anciana voz cantaba las canciones que todos cantamos, gramputea las gramputeadas que todos lanzamos, hasta fustigaba la falta de compromiso tribunero de algunos pandilleros y comemocos que se la dan de muy bravos, solamente porque en las calles avientan una piedra al bulto: “Muchachos de mierda, qué saben ustedes de esto…Yo les voy a enseñar de cuando Alianza bajo a segunda y lo iba a alentar a la cancha del Potao”.

La veíamos llegar por la avenida Isabel la Católica junto a la menor de sus hijas. Su andar coqueto de jarana antigua, resaltaba su mediana figura que traía la camiseta bien puesta debajo de alguna chompa tejida en sus tardes de jubilada. En medio de caras que daban miedo, su rostro surcado por quiebres, paredes y huachitas, tenía la primera opción para encabezar las colas de ingreso al estadio. Su lugar ya estaba reservado: El paravalancha al lado izquierdo del bombo. Allí nadie se atrevía a tocarla ni siquiera en los empujones que se dan cuando la tribuna insinúa apagarse, ni en la más brutal avalancha de gol. Los que estaban cerca de ella, preferían mil veces golpearse, a que la Madrina sufriera algún golpe que podría ser mortal debido a su edad. Ella ni se inmutaba por eso. De pie todo el partido, sus sentidos los concentraba en esas once camisetas que de tanto verlas, le habían coloreado la vida de azul y blanco.

Muchas veces fue fotografiada, celebrada y entrevistada. Ella no se sentía nada más que una hincha anónima que sigue a su equipo a todas partes. Porque a esas alturas de su vida, ya nada importaba más que eso. Por tal motivo, el año pasado se aferró con todas sus fuerzas a uno de los buses que nos iba a llevar a la ciudad de Huaraz para el partido contra el Deportivo Ancash:

–No, madrina, bájate no puedes viajar con nosotros – le dijo uno de los encargados de la barra.
–Yo no me bajo de aquí –respondió la Madrina aferrándose al bus y a su nieto de once años que la acompañaba.
–Ya pe’ madrina, nos estás retrazando ya tenemos que partir.
–No, yo no me bajo, yo viajo, yo quiero ir a Huaraz.
–Déjala que viaje –dijo uno.
–Sí, causa, déjala – pidió otro.
–Tú taz huevón ¿Y si le da un infarto por la altura, acaso te vas a responsabilizar?

El encargado tenía razón. Pero al ver que la Madrina no tenía la más mínima intención de bajar, más los pedidos de la gente y el apuro por salir de una vez, lo hicieron aceptar. Y en medio de los cánticos, los tragos cortos y el humo de la marihuana, la Madrina viajó soñando con un triunfo de Alianza, en su descanso profundo de hincha apasionada. Pero, en la mañana, faltando pocos kilómetros para llegar a Huaraz tuvo que bajar aún somnolienta del bus, porque se había malogrado.

Como sea la gente comenzó a subirse a lo que llegara y con unos amigos trepamos a una camioneta que aceptó llevarnos. Al partir vimos a la Madrina junto a su nieto, y un buen grupo de hinchas con la angustia de quedarse varados en la carretera. Quisimos subirla, pero el chofer no se detuvo a pesar de nuestras amenazas y protestas.

Fuimos de los primeros en llegar a Huaraz y conforme iban llegando los demás, nos dábamos cuenta de que la Madrina no aparecía. “Putamadre, capaz se quedó botada”, nos decíamos.

En la tarde, faltando pocos minutos para que empezara el partido, nos encontrábamos en las afueras del estadio Rosas Pampa, repartiendo las entradas y preparando las banderas y los instrumentos. Estábamos algo preocupados porque la policía estaba revisando a cada uno que entraba, sobre todo a los de Lima. Por tal motivo no sabíamos si meter la pirotecnia para la salida del equipo o dejarla tirada por allí. De pronto hace su llegada un camión y vimos descender una figura de amplias arrugas y cabellos canos sobrecubiertos por el tinte de pelo color rubio. ¡Era la madrina, había llegado tirando dedo! Nos sorprendió, porque, la verdad, ya nos habíamos olvidado de ella. Lo primero que hizo fue pedirnos su entrada. No supimos si echarnos a reír o vitorear la tenacidad de esa anciana por ver al equipo de toda su larga vida. Hasta que alguien lanzó un Olélé, olálá la madrina es de Alianza, la madrina es corazón. Todos coreamos sin excepción. Nos habíamos alegrado por su llegada, pero también porque ella era la más indicada para que ingresara las bengalas y la pirotecnia, escondida entre sus ropas. Nadie iba a sospechar de una anciana y no era la primera vez que lo haría.

Cuando un amigo y yo le contamos de esto a nuestras enamoradas, ambas sin conocerse dijeron lo mismo: “¡Qué linda, a esa edad yo quisiera ser como ella!”. Y sí, pues, a esa edad la Madrina llevaba su pasión a donde podía. Pero la cruda realidad me trajo de vuelta de los recuerdos y me dije que ya no, que ya no seguiría en ese itinerario de estadios y goles, porque justo se había ido el mismo día en que disputábamos el partido más importante del año, la final contra el Cienciano del Cuzco por el campeonato 2006.

No sé pero esa sensación de pena cuando me dijeron que había fallecido, ya la había sentido días atrás en la fiesta por los treinticuatro años de la barra, fundada un 4 de diciembre de 1972. La Madrina brindaba con su eterno vaso de cerveza y su cigarrillo encendido, junto a un grupo de antiguos hinchas. Cuando me acerqué para saludarla, la madrina me dijo: “Feliz día ahijado…toma tu vaso y brinda que este año salimos campeones”. Yo la abracé le dí un beso en la mejilla y le dije:

–No tome mucho, madrina, no le vaya a dar un soponcio y se nos muere.
–No, mi hijo, yo no me muero y menos ahora que el equipo está embalado para salir campeón.

Sí pues, Alianza estaba embalado y en las fechas que restaban jugarse, pudo llegar al partido final para salir campeón. Pero, la vida le había negado a la Madrina estar presente como siempre había sido. Y ahora que el equipo saltaba a la cancha, entre el estruendo de miles de gargantas, bombardas, banderas y pirotecnia, me sequé las lágrimas que habían caído tras la mala noticia y lancé una mirada al paravalancha de atrás que la cobijaba siempre. Entre la penumbra, por el humo de las bengalas, el papel picado y la euforia, pude ver el lugar vacío donde antes la veía. Y también, como una alucinación, que la apretujada de hinchas iba abriendo permiso a una figura que con dificultad avanzaba hacia el mismo lugar. Era la misma figura que se acomodaba sobre el fierro del paravalancha y que creía no iba a ver nunca más… ¡Era la madrina!

Sí, allí estaba. Mi sorpresa fue tal que se me erizó la piel y sufrí como un mareo. ¡No podía ser, allí estaba mirando la salida del equipo! Tenía la eterna estampita del Señor de los Milagros en una mano y su cigarrillo en la otra. ¿Estaba viendo visiones o de verdad era un fantasma?­ ¿O era la alucinada de la yerba que fumaban cerca de mí? Por poco me da un infarto de pensar que estaba viendo una aparición. Después de la impresión no me quedó más que gritar: ¡Resucitó, resucitó! Y me acerqué.

–Madrina no se había muerto, está viva.
–¿Y quién te dijo eso? Sólo llegué un poco tarde.

Miré al amigo que minutos antes me había dado la mala noticia, sonreía cachoso porque se sabía descubierto. Lo tomé del brazo y le increpé señalando a la anciana:

–¿Oe, huevas, no qué se había muerto?
–Jajaja ¿Imbécil, no te has dado cuenta que día es hoy?
–No.
–Es 28 de diciembre,
–¿Y?
–Día de los Inocentes, pues idiota, jajajaja.

No supe si reír o molestarme por la broma, porque no me parece bien jugar con la vida de las personas, pero sí entendí una cosa. Al ver a la Madrina en su eterno sitio y en su prolongada plegaria de noventa minutos, en medio de los saltos, los cánticos y la vorágine de los goles que al final nos dieron el triunfo y el campeonato de ese año, una alegría que para la Madrina era de la últimas que Alianza le iba a dar en la vida, entendí lo que alguna vez había leído decir a un filósofo en un libro de mi época universitaria: “Nunca se es demasiado joven para morir ni demasiado viejo para volver a nacer”.

Martín Roldán Ruiz




Videos donde aparece la Madrina





Reporte Semanal Frecuencia Latina


http://depor.pe/noticia/483807/ella-hincha-mas-ferviente-alianza-lima

Video de portada de Comandosvr.com

http://www.youtube.com/watch?v=Ndc-3XcAv44

martes, 18 de mayo de 2010

GENERACION COCHEBOMBA EN ENSAYO SOBRE LATINOAMERICA


El sociólogo y doctor en Filosofía, Julio Roldán, ha publicado en Alemania el libro titulado LATINOAMERICA La mentalidad colonial y otros ensayos, entre los cuales hay un análisis de mi novela Generación cochebomba. Con autorización del autor que se desempeña como docente en la Universidad de Hamburgo, dejo al final enlaces donde podrán bajar tres ensayos que conforman este libro.


1.- LA MENTALIDAD COLONIAL. De Garcilazo de la Vega a Vargas Llosa. (click para bajar archivo PDF)


2.- ROSA CUCHILLO. El mundo, la política y el arte (click para bajar archivo PDF)


3.- GENERACION COCHEBOMBA. Una nueva novela que recrea la guerra subversiva en el Perú. (click para bajar archivo de rapidshare.com)



Sobre LA MENTALIDAD COLONIAL. De Garcilazo de la Vega a Vargas Llosa.


Algo que diferencia a Latinoamérica de otras zonas del planeta es que se formo y forjo sin guerras religiosas, sin guerras culturales, sin guerras dinasticas en comparación con otras experiencias en el mundo que vivimos. Por el contrario, este continente apareció en la escena de la historia universal teniendo como eje central los problemas económicos, políticos y sociales. La lucha de clases, sus sectores y fracciones coparon, desde un inicio, la vida en esta parte del continente. Como consecuencia las preocupaciones político-sociales fueron y son los principales temas de interés y reflexión de la inteligencia Latinoamericana. Esta es la razón por qué en Latinoamérica la política y los líderes políticos e intelectuales copan el imaginario colectivo interno y externo de la población interesada en esta problemática. Este es el motivo, en esta esfera de la vida, por qué los líderes religiosos, étnicos o culturales no han tenido ni tienen condiciones, espacio o tiempo para manifestarse como lo hicieron en antaño en Europa y actualmente en Asía o Arabia.


ISBN: 978-3-8288-2274-0
263 Seiten, Paperback
Tectum Verlag 2010

Sobre el autor:

Julio Roldán ist Soziologe von Beruf und promovierte über die Universität Bremen zum Doktor der Philosophie. Zwischen 1981 und 1993 lehrte er an verschiedenen Universitäten in Lima, Peru. In Deutschland war er Dozent an der Universität Hamburg (2008-2009). Seit 2009 bietet er, an der Universität Bremen, Seminare zur Entwicklung der lateinamerikanischen Geschichte, Politik und Kultur an. Roldán hat folgende wissenschaftliche Literatur auf Spanisch veröffentlicht: Perú Mito y Realidad Peru Mythos und Realität (1986), Gonzalo el mito. Apuntes para una interpretación del PCP Gonzalo der Mythos. Gedanken für eine Interpretation der Kommunistischen Partei Perus (1990), Vargas Llosa entre el mito y la realidad. Posibilidades y límites de un escritor latinoamericano comprometido Vargas Llosa zwischen dem Mythos und der Realität. Möglichkeiten und Grenzen eines engagierten lateinamerikanischen Autors (2000), Las dos caras del continente americano y otros ensayos Die zwei Gesichter des amerikanischen Kontinets und andere Essays (2002), América Latina. Democracia y transición a comienzos del tercer milenio Lateinamerika. Demokratie und Übergang am Anfang des dritten Mileniums (2005) und Weimar. Tres momentos en el dasarrollo político-filosófico en Alemania Weimar. Drei Momente der politisch-philosophischen Entwicklung Deutschlands (2007) und Latinoamérica. La mentalidad colonial y otros ensayos Lateinamerika. Die koloniale mentalität und andere Essays (2010).Im Bereich der Epik veröffentlichte er folgende Literatur: Viejas historis vueltas a contar Alte Geschichten neu erzählt (2009) und Crónica de un trotamundo Chronik eines Weltenbummlers(2009).

miércoles, 12 de mayo de 2010

MRR EN LA UTP

(Foto: Chío F.)


Hace unos meses unos alumnos de la UTP me solicitaron hacer una especie de semblanza sobre mi humanidad. Habían leído mi libro Este amor no es para cobardes y determinaron que yo era el personaje indicado para su trabajo en un curso de audiovisuales. Bueno acá les presento su trabajo en dos partes donde hablo sobre mi libro y mi vida transcurrida en una tribuna popular. Espero les guste.
Sólo una cosa para aclarar: En la presentación me ponen como líder del Comando Svr, y no es así porque otros son los líderes... yo me considero uno más.

(Parte 1)




(Parte 2)




Video realizado por alumnos de la Facultad de Comunicación de la Universidad Tecnólogica del Sur (UTP).

domingo, 9 de mayo de 2010

CARTA A UNA MAMA ALIANCISTA

Arriba ALianza!!!! from Comando SVR on Vimeo.

Por razones ajenas a mí persona la columna POPULAR SVR que tengo en el suplemento deportivo DT del diario El Comercio, no salió el día de ayer ni hoy domingo como me anunciaron. Como no deseo que se pierda por ser un texto especial, sobre todo para los aliancistas, lo comparto con ustedes desde este rincón. Feliz día a todas las madres aliancistas y a las que no, también.

CARTA A UNA MAMA ALIANCISTA

Mamá, cuando leas esto yo estaré aún en la carretera y no podré darte el beso por tu día. Tampoco tendré para regalarte esas cremas que borran las manchas de tus manos. Esas mismas que un día lavaron las banderas tribuneras, sin saber tú que las banderas no se lavan. Se dejan así para que el sol, la lluvia y los viajes las desintegren.

Sé que te preocupas por mí. Por eso tus palabras cuando salgo para el estadio: “Cuídate mucho, hijo”, las tengo presentes. Y más esta vez cuando salía para Chile. Por todo lo que se decía de este partido. Sentía tu preocupación y el quédate por favor que se dibujaba más que otras veces, en tu mirada.

Sentía también tu orgullo. De que yo estaría presente allá tan lejos. Que los cánticos que te hacían renegar, cuando las cantaba de niño, ahora se iban a sentir, por cada corazón aliancista que no pudo viajar. Por eso en cada gol veía tu alegría en casa junto al viejo. Como seguro fue en cada hogar blanquiazul.

Regresamos con la frente en alto, mamá, porque dejamos todo en la cancha. Buscando el triunfo sin tirarnos atrás. Tú lo viste mejor que nosotros. Y sé que las lágrimas de impotencia que derramamos, también la derramaste tú, pensando en nosotros. Porque no nos ganaron, nos robaron. Estoy seguro, por eso, que mañana los aliancistas saludarán a sus mamás, y también recordarán a la madrecita de ese árbitro que nos robó el partido.

Video sacado de comandosvr.com