lunes, 28 de diciembre de 2009

EL ROCK DE LOS 90s


En los carteles figuraba el titulo de El Rock de los 90s, como anunciando que los grupos participantes, eran el futuro de la música urbana de cara a la nueva década. También fue conocido como el Rock de los No-venta, ya que los grupos en mención basaban sus propuestas musicales en la imaginación, la innovación y la perseverancia, muy a pesar de las innumerables dificultades que encontraban en esos años para hacer rock del bueno. Ellos no se vendían al sistema que dominaba el circuito rockero de la época.

Para mí y para muchos era el concierto que cerraba la década de nuestra adolescencia. Me supongo, que esa también era la intención de los organizadores, porque una década como la de los ochenta, la del surgimiento del rock subterráneo, la de la violencia y la inflación, no podía finalizar así porque sí.

Precisamente yo me decía lo mismo ese viernes 29 de diciembre de 1989, mientras iba a la concha acústica del Campo de Marte. Pensaba en lo mucho que había vivido en esos diez años. En lo trascendental que fue para mi el movimiento subterráneo y en lo que vendría a partir de ese ahora que ya es ayer. Había entrado a los ochenta siendo un niño y salía de ella con la incertidumbre de lo que hay que ser, o hacer, para llegar a la adultez.

Y es que esos diez años que se iban, nos habían hecho madurar a punta de apuros y miedos, por vivir el ahora, y el después, de manera intensa. Con esa insensata responsabilidad de saber que el mañana podía convertirse en pesadilla. Gonzalo, Polay, Alan; o, quizás, Ronald Reagan y Mijail Gorvachov, tenían en sus manos, lo que podía sucedernos en algún fatídico amanecer. Así eran los tiempos.

Es que días atrás en el último concierto de ese año en el Hueko de Santa Beatriz, que habría de terminar en batida policial, mi mejor amigo de esos años, el chino Yzuski, fue a parar con su sospechosa inocencia en los calabozos de la Dircote, por el solo hecho de cargar un recorte de periódico con la foto del emerretista Polay Campos, en la billetera. Fatal olvido de un trabajo universitario.

Recuerdo que esa noche estaba junto a la puerta de entrada del Hueko, escuchando la calmante música de Eter–K, cuando veo entrar a un policía apuntando con su arma. En pocos minutos la sala se llenó de policías con sus armas en ristre, y amenazando con disparar a todos. El concierto se había apagado y todos salíamos con las manos en la cabeza. En la calle fuimos colocados contra la pared, para ser revisados. Allí es cuando encuentran el recorte y mi amigo pasó de la pared a la pista. Pude distinguirlo boca abajo, con las manos en la cabeza. Un policía le pisaba la espalda, mientras que otro, de cuclillas, le preguntaba de donde había sacado la foto: “Del diario La República”, decía el chino. No le creyeron. En el piso también estaba el loco Poggi baterista de Exilio.

Cuando se los llevaron, a él y a los que no tenían documentos, fui a avisar a su casa en Mirones. Luego me enteraría que había llegado hasta la Dircote. Ese viernes que pensaba en el concierto, en los ochenta y en los noventa, el chino seguía guardado. Y no estaría en el Rock de los 90s, ni en muchos más. Pocos días después salió libre de toda culpa subversiva, y por precaución dejó de ir a los conciertos, por un tiempo.



Entonces, así estaba cuando iba al concierto. Había pedido permiso en mi trabajo para salir a la una. Es que se suponía que el rock de los 90s sería un festival que empezaría a las 3 de la tarde. Por eso, al momento que llegué a la Concha Acústica, la gente ya pululaba por las inmediaciones. Toda la fauna subtepunkekera, heavyfierrera, darkidepresiva, y curiosos -que de normalones parecían ser los extraños en medio de tanto marcianazo- esperaba el inicio.

Eran veinte bandas las que iban a participar. Muchas, como Eutanasia o Desconcierto, habían estado vigentes. Otras, como Zcuela Crrada y Ataque Frontal, anunciaban su retorno después de mucho tiempo sin subir a los escenarios. La concha ya había abierto sus puertas, pero la gente no entraba ¿Qué pasaba? Pues que no había fluido eléctrico en toda la zona. No sé exactamente pero dicen que los organizadores tuvieron que alquilar un equipo electrógeno para iniciar el concierto. La cosa es que ya casi de noche nos animamos a entrar con Memo Eskoria, Chikidracula, entre otros.

De tanto esperar nos habíamos metido unos tragos con la gente y mi estado de ebriedad era notable. Por eso, durante estos años, no pude recordar muchas cosas. Lo que sí recordé siempre fue el momento en que Erick Desconcierto cantaba su tema Condenados, una canción que tenía el corito de la marcha nupcial y al final decía: Ese será tu triste final. Erick estaba tan borracho que parecía que se iba a caer al pozo que separaba el escenario de la gente. Casi al borde jugaba con su escasa integridad y con el vacío que estaba bajo sus pies. No solo ese vacío sino el vacío que quizás muchos sentíamos y que tratábamos de llenar con algo que nos hiciera sentir vivos. Para mí ese momento es inolvidable. Aún tengo esa imagen de Erick, el coro de la canción, el brutal pogo que se armó y la sensación de que realmente estaba vivo, de que ese era un momento de mi vida, donde me sentí pleno de existir, de sentir que el vacío ya no estaba y que de alguna forma uno saca cualquier cosa para ser feliz. Y en ese momento yo fui muy feliz.

Muchas veces le he contado esto al Erick y a veces se nos ha corrido alguna lágrima de saber que esas canciones, esos conciertos, de alguna forma sirvieron para algo; y que por muy ninguneadas que hayan sido, para muchos de nosotros, fue lo mejor que nos ha pasado en la vida.

Recuerdo también que una banda debutante llamada Grito de la Ciudad, lanzó un rollo antes de su presentación. El cantante sacó un A de anarquía con una bandera inglesa en papel y espetó a los subtes que su rebeldía solo era un jueguito de fin de semana, una alienación más que no resolvía nada de lo que estaba pasando en el país. Luego rompió el símbolo y lanzó un breve sermón materialista donde nos anunciaba que pronto la aurora roja se alzaría en el horizonte.

También recuerdo que nadie entendía las etéreas atmósferas musicales de Col Corazón, pero que igual nos fuimos hasta adelante para ver las impresionantes piernas de Támira, su bajista y cantante.

Así muchas cosas quedaron borradas de la memoria sobre ese día. Pero para suerte encontré el video del Rock de los 90s, y aunque no están todas las bandas que tocaron, las imágenes son un documento valioso, para los que estuvimos allí, para los que vivimos ese día, y para los que quieran saber de esos días. Viendo el video pude rescatar cosas que ya había olvidado. Como la banderola que sacaron los subtes con parte de dos canciones de Eutanasia y Leuzemia: “Nunca podrán derrotarnos… Gente subterránea, vida diferente”. Por lo que puedo apreciar en las imágenes se la muestran al cantante de Grito de Ciudad. Al final éste dice: “El Rock subterráneo nunca fue ni será jamás”. Y por allí veo a un viejo conocido que agarra el micro y le responde: “Se trata de elegir, de pensar por uno mismo, no que una ideología lo haga por ti, no queremos líderes”.

Ese evidente “enfrentamiento”, nos muestra como estaban las cosas ese tiempo. Los más politizados espetándoles a los demás cómo debe ser la consecuencia, y los otros respondiéndoles con lo mismo. Aunque, creo, que la imagen que refleja mejor lo que fue, es cuando el Erick, todo mazamorrón, trata de hacerle coros al cantante de Grito de Ciudad. Mientras uno lanzaba consignas musicalizadas que llamaban a la acción revolucionaria, el otro sin saberlo le daba la nota de absurdidad con su estado. Erick insistía en hacerle coros mientras el otro trataba de safarse, para hacer de su discurso cantado, algo serio. Toda la solemnidad de su propuesta quedó en ridículo de manera espontánea.

El concierto en sí, fue mal organizado, los equipos estaban pésimos. A las últimas bandas prácticamente no se les escuchaban. En la revista Esquina, hicieron una reseña -el autor creo que fue el Boui- dejaba entrever el desconocimiento y las buenas intenciones de los organizadores, pero el concierto fue una calamidad. Y que muchas de las bandas contribuían con ciertas actitudes a empeorar las cosas. Si pretendían ser el rock de la década que se venía, pues había mucho por cambiar.

Pero más allá de eso, el Rock de los 90s, fue el que cerró la década donde aprendí que la vida y el mundo no es como uno lo piensa, y que siempre nos damos de cara con la realidad. Esa noche en la Concha Acústica, yo me di de cara con la vida, y sabía que era lo que iba a marcar cada uno de los años que iban a venir.

Pasaron los ochenta, se fueron los noventa… y en unos días se irá la primera década del nuevo siglo. ¿Cuánto hemos aprendido desde ese concierto a la fecha? Mucho, pero a veces seguimos cometiendo los mismos errores, porque nos siguen pegando abajo, porque nosotros crecimos con amor a la vida, a la música, a las personas, y no siempre recibimos como muchas veces damos. Hay momentos que uno recuerda siempre, porque fueron donde aprendiste a vivir… el Rock de los 90s fue un momento fundamental en mi vida.

Por eso, y veinte años después, en las solitarias caminatas nocturnas que suelo dar, me siento como ese muchacho que fui, cuando iba al concierto pensando en la década que terminaba. Siento sus mismos miedos, su misma confusión, y su misma soledad. Y también siento su felicidad cuando pogueaba y cantaba feliz: Laaaaaaa la laralala, ¡Ese será tu triste final!


El loco Erick y Desconcierto


Combustible


Col Corazón

Eter - K

Extraña Misión


Cardenales

Voz Propia

Lima 13


Intrascendentes


Desayunados


Eutanasia


Exilio













































Exilio en el Rock de los 90s (Pronto más videos)


Fotos: Archivo de Oswaldo la T

El video del Rock de los 90s, puedes encontralo en Boulevard de la Cultura del Jirón Quilka 257 - stand 8. Hazel Garden, preguntar por Eduardo de los videos (Lunes a Sabado de 3 pm a 9 pm)

Agradecimientos a Andrés B y Oswaldo la T

miércoles, 23 de diciembre de 2009

BARRIO CALAVERA: El ritmo de la selva de cemento.


Barrio Calavera
EL RITMO DE LA SELVA DE CEMENTO.

De Colombia llegó al Perú la cumbia, se juntó con el huayno y los ritmos de la selva y nació la cumbia tropical. De las provincias llegaron los migrantes y con los años sus hijos escucharon estos ritmos, junto a expresiones urbanas como el punk rock o el ska. Con esa música que alegraba las grises veredas de Lima, crecieron entre peleas callejeras, cerveza y tragocorto. Entre caras de faite y achoraos de esquina; pero, sin perder las raíces que sus padres les enseñaron a valorar. De esa fusión surgió Barrio Calavera.

DE COLOR MIGRANTE

Aníbal Dávalos (bajista) y Joe, el Winsho (cantante) siempre ponen énfasis en el orgullo de sus orígenes provincianos. Aníbal, llegó de Pucallpa en los 80 y encontró dentro de los subtes, el espacio donde ser de la selva, no era motivo para ser considerado extraño. “Una identidad de autodefensa frente a la urbe criolla”. Descubrió a The Clash, Kortatu y Eutanasia. De los primeros rescató la fusión del ska y el reggae con el punk y de Eutanasia la rebeldía de decir las cosas como son. Pero, nunca olvidó su devoción por Juaneco. “En el 96 le regalé a Jorge Serrano de los Auténticos Decadentes y a Fidel Nadal de Todos Tus Muertos, música de Juaneco que es lo máximo”.

Joe, el Winsho, oriundo de Tingo María, ha recorrido toda la selva, por ello su fuerte relación con la cumbia. “Es parte de mi vida, porque ha estado presente en mi familia, así como otros ritmos populares”. A ellos les fue sumando su gusto por La Polla Records, Eskorbuto, Héroe Inocente, el psychobilly y el skinhead Oi!

EL BARRIO CALAVERA

En enero del 2006, ambos amigos se juntan y proyectan BC. “Winsho, siempre me hablaba de sus canciones, y como tenían mucho de lo que yo deseaba hacer, le propongo formar un grupo”, cuenta Aníbal. Pero, un viaje suyo por Sudamérica demoraría el proyecto por tres meses. “Conocer música popular en los lugares que estuve, y mucha gente metida en la fusión, me convenció de regresar y hacer la banda”.

Juntaron al negro Mijail en batería, Rodro en guitarra, Joao Kahn Shakaman en teclado, Mr. Rodrigo en timbales y el Dr. Chumbi en saxo. Posteriormente Pablo Skacore reemplazaría a Rodro en guitarra.

Ensayaron un año hasta su debut en el Bernabé de Barranco en junio del 2007. “La gente se enganchó, no sabían los coros, pero igual coreaban”

De allí el saltarín ritmo ska y la cadencia cumbiambera los ha llevado por distintos escenarios: Colegios, discotecas del centro, conciertos ska-punks, festivales de fusión, los barrankumbias. “Aprovechamos todo, si nos dicen para ir a tal sitio, allá vamos”. Han sido invitados para tocar con Los Mirlos, míticos representantes de la cumbia tropical. En abril llegaron a Ica, su primera salida a provincias. Tienen, también, una propuesta de Europa que esperan se concrete pronto.

Las presentaciones de BC son una invitación al salto y el baile. Y si no te mueves es porque estás duro de otras aspiraciones. Su público es variado. Desde viejos subtes, punks, skinheads Oi!, rudeboys, estudiantes, y gente sin etiquetas que sólo desea pasarla bien, todos contagiados por los efectos casi etílicos de su música, como dice uno de sus temas: Tomando cerveza y bailando ska.


LA POPULAR GLOBAL SOUND

El CD La popular global sound, fue grabado en vivo en el estudio de Wicho García. Luego, estudios TDV al escuchar la calidad de su música les ofrece sacar el disco. “Fuimos sólo para sacar copias. Eso facilitó su salida”. El disco ya iba despertando simpatías antes de salir en setiembre del 2007.

Contiene seis temas donde se plasma la fuerza, frescura y desfachatez de esta unión de influencias dispares. Por eso uno puede imaginar un proceso de composición caótico, donde los egos desean imponerse. No es así. “Yo llego con una letra, una melodía de voz, sin arreglos. De allí viene Aníbal con su bajo, Rodrigo con el timbal, Pablo con sus punteos y cada uno hace su chamba”, apunta el Winsho. Es un trabajo mancomunado donde a veces la primera idea queda fuera. “El Winsho trajo todo Cumbia Faite, y sólo quedó el coro con nuevos punteos”, cuenta Aníbal.

Por una decisión de grupo no aparece Se ha muerto mi abuelo de Juaneco. “Es que teníamos también Vagabundo de Iván Cruz y solo queríamos un cover en el disco, así que escogimos uno de los dos. Pero en nuestro myspace, sí está”.

SUENA CALLE

Después de varios meses de grabación, por fin su CD oficial Suena Calle anda lateand
o por las avenidas de Lima. El disco consta de doce temas que transitan los ritmos del ska, la cumbia, la chicha, el reggae y el raggamuffi. Fue grabado en los estudios de Wicho García y tiene una muy buena presentación visual, gran trabajo de diseño a cargo de Ilich Yábar y al trabajo fotográfico de Alberto Valderrama y su equipo de Pixelika.

Cuenta con la colaboración de músicos de calidad como Ricardo ‘Cachito’ Oliver (
Los Destellos) y Danny Johnston (Los Mirlos) en el tema Gracias cariño. También con la gran Ysabel Omega quien canta a dúo con el Winsho en Mi cielo. Y, finalmente, con mister Danny Ska, en No quiero ir a la guerra. Todo un lujo.

Los temas transitan por varios tópicos que contiene un mensaje que no hace frívola su música: “Eso lo tenemos claro, decir algo en cada canción, el rollo social, el compromiso. La música es un instrumento perfecto para expresar lo que uno siente y piensa”, señala el Winsho. Por eso contiene temas urbanos como Bocanegra tributo a su barrio del Callao, o La Hoja de Coca es el Poder historia de su estadía en Tocache. “Pero, así como hay temas potentes, está presente el amor, la ternura… música que hará bailar a las veredas”, aclara.

Le creemos. Porque, mientras caminaba por Breña, después de la entrevista, recordé un artículo de Edwin Zcuela en el primer número de la revista Esquina de 1986. En ella decía que las calles se movían al ritmo de un reggae y de un ska. Tenía mucha razón. Y si la selva peruana tiene a Juaneco, la selva de cemento tiene a Barrio Calavera.

Fotos: Alberto Valderrama (Pixélika)

Publicado en Alerta.pe

martes, 1 de diciembre de 2009

TESIS-BOMBA!!!! Una aproximación: Generación cochebomba y los lazos de poder.


Los Sex Pistols vistos por CRASS

Ángelo Prado es un estudiante de literatura de la Universidad Católica. Hace un tiempo publicó una reseña de mi novela en la revista NUDO (Leer acá). Posteriormente me anunció que su tesis de licenciatura estaría centrada en Generación cochebomba. Pues bien, el 4 de noviembre pasado Ángelo dio una ponencia en el Coloquio de estudiantes de Ciencias Sociales de la PUCP, el cual comparto con ustedes; asi como un breve resumen, del mismo Ángelo, sobre una parte de su investigación.


"Mi tesis se centra en la resistencia del personaje principal a los discursos hegemonicos y homogenizantes que se presentan en la novela: el discurso del autoritarismo politico (militar y la propia democracia), el discurso de la educación (el que estudia triunfa), y el discurso senderista. Además, mi tesis propone que cada miembro de la familia representa cada uno de esos discursos. La ponencia refiere, como ya te habrás dado cuenta, a la figura del padre y el autoritarismo militar y del gobierno de Alán (en realidad en el Perú el autoritarismo se da también en democracias)"

Una aproximación: Generación cochebomba y los lazos de poder.

En los últimos años, hemos podido apreciar un incremento de obras literarias cuya temática está estrechamente ligada a la violencia política que asoló a nuestro país durante la década de los ochenta y principios de los noventa; siendo muchas de estas premiadas a nivel internacional.


Siguiendo esta línea de literatura relacionada con el terrorismo llega Generación Cochebomba de Martín Roldan Ruiz (1970), novela que funciona como testimonio para quienes les tocó la “suerte” de ser jóvenes en la década de los ochenta en nuestro país. El libro, desde la tapa, es una invitación a la reflexión: se muestra un collage de imágenes en blanco y negro que funciona como resumen de la década. Todo esto rematado por el título en letras rojas. La utilización del color negro y rojo es bastante significativa: rojo es sentimiento revolucionario comunista, mientras que el negro es el color de la manifestación musical fuera de los círculos comerciales: el rock subterráneo (la movida subte). Los miembros de esta movida poseían un desinterés total por la vida política y social; simplemente querían vivir el momento. Estos, tomaban sus vidas como una carrera de autos, viviendo al límite. Dentro de las páginas se desarrolla la historia de un grupo de jóvenes. Cada uno es un pequeño universo de problemas, anhelos y decepciones, pero todos son iguales en algo: cada una de estas vidas ha sido tocadas por el terrorismo. El libro presenta la violencia interna no solo como un problema social y político, sino como un fenómeno que también es íntimo, familiar. Un fenómeno que puede meterse en nuestra vida personal, amical y amorosa, como veremos más adelante.


Pero no caigamos en el facilismo de enmarcar a esta novela dentro de violencia política, porque no lo es. Generación Cochebomba es también una novela de búsqueda personal. El personaje principal, Adrián R (nótese el juego de palabras Adrián con Adán), anda en la búsqueda de lo que todos queremos encontrar: una razón para ser, nuestro lugar en este mundo.


Mi objetivo en los tres capítulos que conforman esta tesis es mostrar como la familia del personaje principal Adrián R representan discursos hegemónicos y que su relación con cada uno de ellos representa la resistencia del subalterno contra la homogenización. Estos discursos son: el discurso del autoritarismo; el discurso de la educación; y el discurso comunista[1].


Definimos la categoría del subalterno como aquel sujeto que se resiste a la homogenización por parte de un poder. Al respecto John Beverly hace una acertada comparación con la categoría de lo Real, en términos lacanianos: “El subalterno es, de alguna forma para el saber académico, similar a la categoría de lo Real de Jacques Lacan, es decir, aquello que se resiste a la simbolización absolutamente” (Beverly 2004:23).


Sin embargo, no debemos olvidar que esta misma categoría no es ontológica, es decir, no es fija. La definición depende de la posición del otro.

Relación Adrián R y su papá

Adrián R es nada menos que un ex-alumno de uno de los colegios más conocidos de Lima, ( Virgen de Guadalupe) pero que ha resistido al Aparato Ideológico del Estado[2], es decir, no ha interiorizado el discurso de progreso de la educación . Por otro lado, El padre de Adrián R es un típico ejemplo de peruano contemporáneo, especialmente del peruano adulto, es decir, un sujeto machista, dominante (rasgo presentado de manera sutil), y sobre todo, un pragmático. Este padre de familia además refleja, con su historia personal, el fracaso de los proyectos recientes de modernización del Peru[3]. Para empezar, durante toda la novela no aparece su nombre. Este dato que podría parecer intrascendente, denota algo contundente: estamos ante un personaje colectivo.


En este capítulo me centraré en algunas escenas narrativas, las cuales me permitirán demostrar como el padre encarna el autoritarismo pero a la vez es un sujeto subalterno. Su hijo, se da cuenta de esto, y desarrollará un fuerte sentimiento de desacato a la autoridad.


La primera escena a la que haré referencia muestra un autoritarismo sublime, casi imperceptible en una primera lectura. En esta escena se muestra el malestar que causa la actitud del personaje principal a su madre y hermana, quienes le exigen que trabaje para ayudar a solventar los gastos de la casa; Más aún encontrándose en ese momento el padre enfermo. A pesar de esto, padre defiende a su primogénito:

Se acomodó los cabellos canosos. “Lo que quieras pídemelo a mí”. Adrián R le alcanzo una silla. La madre trató de explicarle con algo de nervios que adriancito ya era un hombre y tenia que ayudar con el mantenimiento de la casa.

El padre escuchó, era una de sus virtudes, dejaba hablar a los demás y los oía con atención, aunque nunca hacia caso a lo que le decían “No, mujer él aún es joven. El tiene que estudiar, el va ser un profesional. No va ser como yo un obrero pobre estafado y que ahora es taxista” (75).


De estas líneas se trasluce como el padre no necesita usar la fuerza o el castigo físico para imponer su voluntad. La madre no puede hacer nada ante esto y se somete a la voluntad de su esposo. Cuando el padre manifiesta “lo que quieras pídemelo a mi”, intenta encarnar el papel del gran padre, de líder todopoderoso que va cuidar y alimentar a sus ciudadanos, aunque seria mejor decir siervos. Lo interesante es que el pedido de la madre es totalmente justificado, pero el padre sabe que ceder mermaría su autoridad. Es una actitud que recuerda la imposibilidad de nuestra clase política de decir “me equivoqué”.

Sin embargo, lo más interesante que trasluce el padre es su intolerancia a la opinión de los demás cuando el narrador, en tercera persona, manifiesta que el padre de Adrián R es bueno para escuchar pero no seguir las observaciones de otra persona. Es aquí que el personaje deja traslucir su sesgo autoritario y hace preguntarse al lector de dónde viene esa tendencia. La respuesta se nos dará en la segunda parte de la novela denominada Lado B. Es en esta segunda parte, asistimos a un flash back del mismo personaje ante las preguntas de un cliente, que es un terrorista encubierto. El padre recuerda feliz la época del denominado gobierno revolucionario de las fuerzas armadas.

El narrador a partir de este recuerdo, hace referencia a una de las medidas más polémicas que tomó dicho gobierno. Nos referimos a la creación de las comunidades industriales, la cual permitía a los trabajadores tomar parte del accionariado de una empresa, es decir, se brindó la posibilidad de que los trabajadores puedan ser dueños de la empresa donde laboraban.


Esta medida tendrá como consecuencia la asociación dictadura-bienestar a la que el padre pondrá como máxima de su vida: “Solo tenían que trabajar duro y parejo, y el porvenir vendría solo y así vinieron los buenos tiempos. Tiempos que Adrián R recordaba cuando su padre llegaba con caramelos y una sonrisa del trabajo y su madre hacia un almuerzo y una cena distinta con sopa y todo; y sus uniformes comprados en Scala gigante, pantalones cónsul ¡no se arrugan ni a la fuerza!” (153).


La asociación dictadura-bienestar es el triunfo del aparato ideológico del Estado. La ideología de que “el Perú necesita mano dura para que haya orden y progreso” calará hondo en el padre y se convierte en una característica paterna. Por otro lado, si hablamos de un binomio dictadura-bienestar, es evidente que existe otro binomio: democracia-desgracia. Esta forma de gobierno, reconocida como imperfecta pero a la vez como la menos catastrófica se presenta como el ángel destructor de la “vida feliz” del progenitor. En su recuerdos, este taxista se remontará a sus épocas de sindicalista y a su participación en una huelga general acaecida en la segunda parte del gobierno revolucionario de las fuerzas Armadas, cuando el jefe de gobierno era Francisco Morales Bermúdez (apodado el felón en la novela). Esta huelga que se produjo en varias ciudades del país buscaba el retorno de la democracia. La pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿por qué una masa de trabajadores apoya una marcha contra el sistema que les permitió ser dueños de las empresas donde laboraban? La respuesta la da el propio taxista paginas atrás luego de relatar a su cliente como el gerente de la empresa donde laboraban se acercó un día a decirles que vendería su acciones, debido a que los pronósticos electorales daban como ganador al “arquitecto” (clara referencia a Fernando Belaúnde ) y que este no permitiría que una empresa creada por los militares sobreviva en democracia: “Esperamos confiando en que un demócrata no haría eso” (154). Esta respuesta ilustra claramente el funcionamiento de una ideología. Los trabajadores tenían interiorizada la idea de que la democracia es la mejor forma de gobierno y que esta trae bienestar a todos ( una idea que se introduce desde la escuela). Ahora bien, si la política de las comunidades industriales traía bienestar a una enorme cantidad de gente (justamente uno de los objetivos de la democracia), era lógico que muchos trabajadores pensarán que la democracia mantendría o mejoraría esta medida de gobierno (aún cuando esta fue esgrimida por un gobierno dictatorial). Esta forma de razonar demuestra la eficacia de los Aparatos ideológicos del Estado, debido a que estos “atacan” a través de diferentes vehículos (la escuela o los medios de comunicación masiva). Al respecto, Louis Althusser menciona: “la mayor parte de los aparatos ideológicos del Estado (en su aparente dispersión) provienen en cambio del dominio privado. Son privadas las Iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, las familias, algunas escuelas, la mayoría de los diarios, las instituciones culturales, etcétera” (126).


De esta forma el padre reservará a la democracia su odio sentenciando: “Meses después convocaron a elecciones para la asamblea constituyente y volvimos a la democracia… y con ella mi desgracia”(157).


Adrián R, por otro lado, se da cuenta de que su padre aún no entiende que el bienestar no depende si la forma de gobierno es autoritaria o democrática, sino de la voluntad de la clase dirigente. Si en un principio los militares iniciaron reformas que permitieron un mejor nivel de vida, ellos mismos se lo quitaron cuando vieron que ya no les convenía. Si bien Adrián R es un convencido de que la democracia no sirve, él no será participe de la militancia pro- autoritarismo de su padre aun a pesar de que tuvo una infancia placentera durante los años de la dictadura militar (75).

El episodio fundamental para explicar esta actitud es la batida narrada a comienzos de la novela. El escenario es un concierto subterráneo, donde se dejan escuchar en diferentes momentos letras de canciones. De esta forma, no solo se nos permite seguir las acciones del personaje principal y sus amigos, sino que además nos permite percibir la desidia y el enojo de esta tribu suburbana contra la democracia y el orden establecido. Tres son las canciones que se presentan y que pueden ilustrar la desidia antes mencionada contra el sistema establecido. La primera hace referencia a la religión católica como una forma de homogenización y de opresión, la letra “.ni bien nacido te bautizaran y a ser cristiano te condenaran” es una muestra de esto. Aquí, la religión funciona como un discurso que busca controlar la vida de las personas (la religión entendida como normas “debes hacer esto, no hagas lo otro“. La segunda canción hace referencia a la raza blanca, entendida por supuesto, como la raza dominadora del país. El mensaje de “púdrete pituco reconchatumadreeeeeeeee” habla por si solo. Si estas dos canciones son una denuncia, poco después aparece su respuesta. Esta, sin embargo no es musical sino violenta. En efecto, el narrador muestra a la policía como fuerza de represión:


“contra la pared, carajo” gritaba un sargento trinchado y barrigón. Con su vara golpeaba todo lo que estaba adelante, sin importarle si era hombre o mujer. Adrián R trato de ubicar a Olga y a Carlos Desperdicio o al Innombrable pero solo vio rostros furiosos, empapados y aterrador de sudor. Pensó en Pocho Tebrinkla sin recordar que había sido el primero en ser detenido y que ya estaba dentro del portatropas estacionado en la calle (19).


La tercera canción se enlaza con la entrada de los policías y refleja la decadencia de la autoridad en el Perú. Cuando el cantante subterráneo enuncia su letra “sucio policía verde, actúas por conveniencia, sucio policía verde, defiendes la decadencia… el honor no es tu divisa, tu divisa es la corrupción”, esta sirve como background a la redada. La música llama la atención del lector de que el accionar de la policía cuya labor principal es mantener el orden, está actuando como agente del autoritarismo. Lo que hace la policía es no dejar que se exprese el subalterno. Si el subalterno para Spivack no puede hablar porque al hablar dejaría de ser subalterno pues ingresaría al mundo letrado, es decir, al orden hegemónico. Aquí el subalterno, utiliza el lenguaje, la letra para atacar el orden hegemónico. Este intento lo hace a través de su arte (la música) pero queda tan solo en un intento, pues no tiene la fuerza ni la unión necesaria para contrarrestar a las fuerzas policiales.

Adrián R entiende la inutilidad de enfrentarse a las fuerzas policiales y es por eso que ante la irrupción de un pensamiento revolucionario, muestra su resignación y niega a convertirse en un mártir como su padre, pues no quiere terminar como este: “si perderíamos el miedo podríamos ir contra los tombos pero como nadie pensaba igual que él se dijo “yo solo no puedo hacer nada, y al final, ¿de que serviría?”(19).

Esta actitud de Adrián R muestra claramente la materialización de la idea de no futuro. Para Adrián R el provenir del Perú se muestra sombrío y no hay nada que puede cambiarlo. Luchar contra esto es inútil, pues siempre al final triunfa el orden hegemónico.

Por otro lado, la actitud de Adrián R en la cárcel muestra la ideología contemporánea de la sociedad peruana, es decir, ¨estar a la defensiva¨. El peruano siempre está cuidando sus espaldas, y pendiente del daño que el otro puede hacerle. A pesar de estar sentado y callado Adrián R está atento a lo que le puede pasar, y debido a esto evita ser víctima de un robo (26-27). Sin embargo, no debemos establecer a este personaje totalmente opuesto a la figura paterna. Si nos sumergimos en la novela podemos encontrar un momento claves que nos revelan a un Adrián R como reproductor, en menor escala, del comportamiento paterno. Este acción se encuentra en el primer capítulo y es desarrollado a profundidad por el narrador en el capítulo VI de la primera parte (Lado A). En el comienzo de la novela, el personaje principal es abordado por un niño callejero que le pide una limosna. La actitud que Raúl, así se llama el personaje, produce en Adrián una actitud contraria a la desarrollada por el lector en las primeras líneas:

Lanzó un escupitajo al viento y continuó, repasando sus diecisiete años al lado de su padre, su madre y su hermana. Sin muchos amigos. Vida en su mayor parte solitaria, a pesar de uno u otro romance, sin mayor trascendencia para él. Como ese día, como todos los días, en que solo despertarse, implicaba una partida inútil, en una carrera sin premio (9).

Poco después de esta descripción de narrador, aparece Raúl que consigue un cambio en la actitud del joven subterráneo: “Adrián fue conmovido por ese rostro mestizo y de ojos verdes que comenzaron a brillar lacrimosos. Así fingían cuando se encontraban en peligro” (10). A pesar de la posible performance de niño, es evidente que su comportamiento despierta en Adrián R una actitud más humanista. Esta última actitud se tornará más compleja en el capítulo VI y derivará en una discusión sobre el paternalismo de manera indirecta. En el referido capítulo, Raúl es llevado a la casa de Olga, amiga de Adrian R, para ofrecerle algo de comer debido a su escasez de recursos. Olga accede a alimentar a Raúl con la condición de que se bañe, regalándole, además, un poco de ropa.


Luego de bañarse, vestirse y comer en la casa de Olga, Raúl le cuenta a ella y a Adrián R, la historia de su vida. En una escena que se asemeja a un programa televisivo, el pequeño narra ante sus espectadores los maltratos de su madre y su padrastro hasta su huida final. Tanto Olga como Adrián R no pueden contener las lágrimas.

Cuando Olga le pregunta a su amigo si siente lástima por el niño. Ante la respuesta afirmativa de Adrián R, la mujer le recrimina y le señala que debería sentir solidaridad, pues solo de esta forma podría ayudarlo. La actitud de Olga apunta a un cambio de las estructuras de poder, con el fin de parar las injusticias. Esto es expresado en una interrupción al relato de Raúl: “La culpa es de este sistema, de la corrupción. Cómo evitar que nazcan más niños en hogares destruidos, con padres inhumanos, que solo saben engendrar. Dime Adrián ¿Por qué hemos tenido tanta suerte de tener una familia, por qué tenemos ese privilegio, y ese niño, no?”(86).

Notas


[1] Si bien el comunismo buscaba la igualdad entre los hombres, despojándolos de la propiedad (aquello que originaba la diferencia, o dicho en términos teóricos, la subalternidad, lo cierto es que todo proyecto comunista desemboco en los más atroces autoritarismo.

[2] La definición que utilizo de Ideología es la esbozada por Louis Althusser (Zizeck 2008:137) en su artículo, ”Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado”. En este artículo se define la Ideología como el sistema de representaciones que domina el espíritu de un hombre o grupo social. En otras palabras, esta se define por un concepción de mundo que no corresponde a lo real

[3] En este punto tomó la ideas esbozadas por José Matos Mar en su libro Desborde popular y crisis del Estado


Bibliografía

1.- Roldan Ruiz, Martín. Generación cochebomba. Lima: Independiente, 2007.
2.- Beverly, John. “ Subalternidad/ Modernidad/ Multiculturalismo. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. Año XXVII, N53. Lima- Hannover, 1er semestre del 2001,pp. 153-163.
3.- Zizeck, Slavoj, compilador. Ideología: Un mapa en cuestión. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2008.
5.- Pinilla, Carmen María, editora. Lima: SUR Casa de estudios del Socialismo, 2004.