viernes, 29 de agosto de 2008

CRITICA A LA CRITICA I

Miguel Gutiérrez y Rodolfo Ybarra

La polémica bien llevada entre distintas posiciones de ver la literatura siempre es saludable, para aquellos que estamos ávidos de conocer y de aprender. Por eso desde hace unas semanas he venido siguiendo una que se ha desatado entre el escritor Iván Thays, el crítico Gustavo Faverón y el poeta Rodolfo Ybarra. También ha intervenido el escritor Rafael Inocente.

En un principio la cosa fue entre Thays e Ybarra, luego intervino Inocente y posteriormente Faverón. Pero parece que el debate ya desbordó hacia otros cauces, tanto así que me ha llegado un comunicado del Gremio de Escritores del Perú que se solidariza con Ybarra. Según dicho documento, Rodolfo está siendo acusado de filosenderista.

Yo siempre he tenido mis reparos con los comunicados, aparte que existen ciertas cosas en ese documento que no comparto. A pesar de que nadie me pidió que lo coloque en este blog, en un principio pensé en hacerlo, pero luego desestimé esa idea. Porque si existen algunos puntos con los cuales no me identifico, prefiero escribir algo donde esté sentada mi opinión personal. Aparte también porque no pertenezco a ese Gremio y porque no hay ninguna firma que lo avale, de los escritores que lo conforman. Y eso me parece tan mal, como los tan criticados comments anónimos de los blogs.

Siempre he creído que si hay que decir algo, hay que hacerlo con nombre y apellido. Me perdonarán los que me enviaron ese comunicado, pero esa es mi posición. Prefiero por tal motivo comentar lo que ha suscitado esta polémica que ha devenido en insultos y acusaciones y dejar sentada mi opinión al respecto. Primero empezaré con el asunto Iván Thays – Miguel Gutiérrez. Y en otro post continuaré con el tema de Rodolfo Ybarra y Gustavo Faverón.

Por lo que sé todo comenzó cuando Iván Thays publicó en el diario el Comercio un artículo criticando el ensayo de Miguel Gutiérrez, La generación del 50: Un mundo dividido. En dicho texto Thays califica el ensayo como un artefacto anacrónico. Esto provocó una respuesta de Rodolfo Ybarra en su blog que tituló: ¿Iván Thays contra Miguel Gutierrez? y una carta de Rafael Inocente que coloque en el mío. Desde allí las respuestas y contrarespuestas, las marchas y contramarchas, han sido lanzadas desde ambos lados.

En los primeros cuatro párrafos, de los cinco que conforman dicho artículo, titulado Un artefacto literario anacrónico, Thays, hace una crítica al libro de Gutiérrez y la tesis que propone. Pero, es en el último párrafo donde se inicia toda esta polémica, porque no ataca al libro y a las ideas en sí, sino a la persona del autor.

Eso fue lo que motivó la intervención de Ybarra e Inocente. Pero, antes de pasar a ese último párrafo, quería indicar ciertas contradicciones que el propio Thays deja entrever. Su texto se inicia así: “No existe nada malo en escribir críticas literarias o reseñas de libros desde una ideología determinada; pero hacerlo desde una posición doctrinaria puede resultar un esfuerzo inútil”. De arranque me pregunto si escribir como marxista, existencialista, liberal, fascista, es decir desde una ideología no es nada malo, por qué entonces considera Thays que hacerlo desde una posición doctrinaria sí lo es, si a las finales es lo mismo. Porque un marxista si va a escribir algo, lo hará desde su doctrina ¿O creen que lo hará desde la doctrina del Opus Dei?

Además, el que profesa una ideología política, religiosa, filosófica, va a tener que escribir necesariamente a través de esa visión del mundo; es decir, desde la doctrina que lo hizo marxista, cristiano, liberal, etc. Considerar que puede ser un esfuerzo inútil escribir crítica o reseñas, que en el fondo es lo mismo que escribir novelas o cuentos, desde una doctrina en particular, sería desmerecer libros tan importantes para la cultura universal como La Nausea, El muro, El extranjero, La peste o ensayos como El ser y la nada, el Mito de Sísifo o el Hombre rebelde, que se escribieron desde la particular visión del mundo de los escritores existencialistas Jean Paul Sartre y Albert Camus. O quizás si hablamos de libros tan importantes para estos tiempos como El otro sendero que fue escrito desde la doctrina liberal que profesa su autor Hernando de Soto. ¿O de Soto escribió su libro desde otra doctrina?

Creo que esto contradice todo el argumento que expone en su artículo, el autor de La disciplina de la vanidad. Pero veamos.

El ensayo de Gutiérrez tiene una crítica a la producción literaria de los intelectuales de la generación del cincuenta; y, tal como lo señala Thays, si los mencionados autores son consecuentes entre dicha producción y su conducta personal para con el país y su sociedad. Si consideramos este aspecto del libro, podemos darle crédito a Thays por las críticas contra la persona de Miguel Gutiérrez, sobre lo que dice en su obra y lo referente a su praxis. Pero no, existe un sustento que no equipara la crítica del ensayo con los ataques personales en ese quinto párrafo del artículo Un artefacto literario anacrónico.

Dicho sustento es el contexto histórico de dicha generación, la cual influenció en su producción intelectual. ¿Cuáles fueron estos acontecimientos? La guerra fría, Dien Bien Phum, y sobre todo la Revolución Cubana, entre otros igual de importantes. Dichos acontecimientos necesariamente y dada la configuración bipolar del mundo, hacía que los intelectuales tomaran una posición, no necesariamente de clase; pero sí una posición, como intelectuales progresistas o retrógrados. Y lo que a mi entender La generación del cincuenta: Un mundo dividido, quiere dejar entrever, es dejar en claro quiénes se hacían llamar progresistas, pero que en la práctica no lo eran. Así de simple.

Agarrándose de la crítica, en este aspecto, del ensayo reseñado, Thays trata de formular la suya contra la persona de Gutiérrez: “Abruma ver hoy a Miguel Gutiérrez, el otrora luchador contra el ‘antiguo orden’, figurando en la página de sociales de El Comercio, acariciado por los críticos que él llamó ‘carlistas’, alabado en todas las páginas culturales que él calificó de "mafiosas", y hasta publicado con gran felicidad suya por una editorial transnacional que él calificó siempre de ‘enemiga de clase’ e imperialista”.

¿Qué hay de criticable en esto? Miguel Gutiérrez no es de las personas que se mueren por aparecer en dichas páginas sociales, tampoco espera que ciertos críticos alaben su calidad literaria, que realmente la tiene, ni que una editorial transnacional lo publique. Lo cual, creo, es consecuencia de la valía de su obra. Lo criticable sería que él haya estado detrás de ellos toda la vida y despotricando a las espaldas. Conociendo a Miguel sabemos que no es de esas personas, y que si algo tiene que decir lo dice de frente. En todo caso si a Thays tanto le abruma, molesta, irrita, fastidia o incomoda esta situación, debería criticar al editor de la página de sociales de El Comercio, por poner a un comunista entre tanta gente pipirisnais que es lo que le parece joder realmente.

Y si lo ha publicado una transnacional, es porque consideran su obra de real importancia y calidad. Ninguna transnacional publica por publicar y menos gasta su dinero en un libro que no valga la pena. Y creo que la obra de Miguel Gutiérrez si tiene esa calidad para publicar en cualquier editorial grande. Otra cosa hubiera sido que le dicten a Miguel lo que tiene que escribir para publicarlo. Eso sí sería imperdonable.

En todo caso si partimos de esto, y consideramos válida la crítica de Thays, podemos decir que nadie se escapa, ni siquiera el tan admirado por todos, y me incluyo, Mario Vargas Llosa, cuyas obras han sido traducidas al chino y vendidas y leídas en ese país de millones. Si vamos a criticar a Miguel Gutiérrez por haber “publicado con gran felicidad suya por una editorial transnacional que él calificó siempre de ‘enemiga de clase’ e imperialista”. Entonces habría que criticar a Vargas Llosa por dejar que vendan su obra en un país como China Popular que no respeta los derechos humanos, que no respeta la libertad de opinión, expresión y prensa, y que tampoco está dentro del modelo económico liberal. Un país que está en contra de todo con lo que el autor de La ciudad y los perros se identifica, y defiende como parte de su conciencia de ser humano. Pero no, Vargas Llosa es intocable en este caso. Si observamos bien la forma es distinta, pero en el fondo es la misma chola con diferente calzón.

Sobre esto, es revelador el post en que Thays presenta un extracto de un artículo sobre el autor de Conversación en la catedral, escrito por Alberto Fuguet para el diario Perú21 titulado: El fundador (literario) de la patria: “Cuando conocí a Alberto Fuguet todo hacía indicar que no podríamos tener ningún punto en contacto. Por entonces yo andaba despotricando de las novelas callejeras, muy generación X, y él era casi un abanderado de esa generación para algunos autores de entonces. Pero bastó que conversáramos unos minutos para descubrir que había un gancho común, muy intenso: nuestra admiración por Mario Vargas Llosa (que luego compartiríamos con Paz Soldán). Eramos unos "incondicionales" como él nos llama en el artículo”.

¿Incondicionales? Yo también me consideró un incondicional de la obra literaria de Vargas Llosa, pero no hasta el punto de no saber diferenciar la obra de algunas incongruencias ideológicas de nuestro más famoso escritor. Al menos Fuguet es sincero y consigna lo siguiente: Somos muchos los que creemos en MVLL, que siempre estaremos a su lado, que nos de la mismo sus fetichismos ideológicos”. ¿Fetichismos? ¿Fuguet, está diciendo que MVLL es un idolatra del mercado? Si vamos a atacar a Miguel Gutiérrez por su ideología, ¿Por qué no decir lo mismo de otros? Pongo el siguiente caso:

Hace poco falleció Alexander Solyetnitsin. El mismo día consigné un post titulado El archipiélago Solyetnitsin, donde daba cuenta de la importancia de este escritor político que llegó a ser un abanderado de las libertades democráticas dentro de la Unión Soviética, por las cuales fue deportado de su país. Pero, también, hice hincapié del cambio ideológico cuando regresó a su patria, pues se reveló monárquico, antisemita, paneslavista, es decir racista y nacionalista. Además de defensor de las tradiciones rusas, que no tienen nada que ver con las libertades democráticas de occidente, con las cuales alguna vez fue identificado. Por estos motivos me preguntaba casi al final de ese post: “Lo seguirán aplaudiendo sus antiguos seguidores? ¿O lo recordaran solamente por esa etapa de su vida, de disidente?” Thays, días después, escribe en su blog lo siguiente: “A los 89 años murió Aleksandr Solzhenitsyn, escritor soviético que ganó el Premio Nóbel de Literatura en 1970, para ira eterna del entonces régimen Unión Soviética que lo consideraba un traidor. En NYT le hacen un extensísimo y muy documentado obituario, a cargo de Michael T Kaufman. Lo califican ahí como Un Gigante y Una Víctima. Aunque han pasado varios días del hecho, mientras estuve de viaje, no quería pasar por alto esta pérdida tan significativa para quienes admiramos la literatura en libertad”.

¿La literatura en libertad? Obviamente que estaba recordando el pasado disidente y anticomunista de Solyetnitizin. ¿Pero se puede hablar de literatura en libertad, cuando un escritor pide la expulsión de los judíos de Rusia, la pena de muerte para los enemigos de Rusia y la expansión de la cultura y raza eslava por Europa y el mundo? Más que un escritor de la literatura en libertad, parece un Joseph Goebbels. Pero Thays no parece darse cuenta o no quiere darse cuenta. Y esto en relación a nuestro tema nos lleva a preguntarnos: ¿Por qué a un comunista como Gutiérrez se le tilda de anacrónico, en obra y persona, y el anacronismo fascista de Solyetnitizin es callado o escondido?

A ojo de buen lector, otras preguntas saltan a la vista: ¿Miedos? ¿Envidias? ¿Rencores? Más aún cuando en un post sobre Slavoj Zizek titulado, Las causas perdidas, Thays se refiere a Gutiérrez, como “Miguel, ni con el petalo de una rosa, Gutiérrez”, utilizando ese estilo de chismografía futbolera, impuesto por Leiter García (Leigaroli) en el diario El Bocón y que firmaba con el seudónimo de Jesús Ángel. Estilo que hasta hoy utilizan para referirse, por ejemplo, a “José, no me moriré de hambre, del Solar” o si se prefiere algo más cercano a lo literario con “Francesco, no se lo digas a nadie, Manassero”. (¡Curuju, Jesús Ángel, es influencia de uno de los escritores más conocidos del país!) O cuando afirma lo siguiente en un comment en el mismo post de Zizek, firmado por él : “Por más que ustedes pataleen, chillen y se arañen, yo seguiré diciendo que Miguel Gutiérrez es un narrador mediocre, un ensayista fallido y el auto proclamado jefe de una secta de escritores ‘excluidos’ por el mismo sello que lo edita actualmente a él”.

Salta a la vista, pues, que ante la falta de mayores argumentos la crítica ya no va por el lado de las ideas o de la producción literaria. Saquen ustedes sus propias conclusiones. Y si Thays ve una secta donde afirma que Miguel es el autoproclamado gurú literario, el mero mero de las letras, el patrón del mediocampo narrativo, el Dalai Lama de las editoriales, o usando la retórica maoísta El gran timonel de la novela peruana, pues habría que ver dónde se reúnen, dónde discuten, dónde liban, dónde conspiran. Habría que preguntarse, también, si hablarán de literatura o solamente jugarán play station. Porque si es por lo primero, hay mucho que aprender escuchándolos ¿No lo creen?

Por último y para terminar, recojo las palabras escritas por Alberto Fuguet en referencia a Mario Vargas Llosa, que bien puede aplicarse a mi solidaridad con la persona de Miguel Gutiérrez.

“Admiramos, recomendamos y defendemos a MVLL a pesar de todo: a pesar de algunas de sus ideas; a pesar que esas mismas ideas lo colocan en el lado de los castigados por los “iluminados y políticamente correctos”; a pesar de ciertos errores mediáticos o ser candidato a la presidencia o a ciertos excesos algo jet-set; todo esto da lo mismo: cuando uno se hace fan-discípulo-adicto a Mario Vargas Llosa, uno sella el pacto con sangre. Para siempre. La amistad y la lealtad –se sabe- está por arriba de todo. Uno en esta vida tiene que ser agradecido”.

¡GORKI LIBERTAD!

Gorki Águila, ha pagado las consecuencias de su actitud punk frente a la vida. Los subtes (El punk peruano) tuvieron también sus detenidos, sus desaparecidos, y sus asesinados. Por sus ideas, su postura contracultural, su antiestablishment, o sus deseos de hacer del mundo, un mundo mejor.

Sea socialista, fascista o liberal el sistema, todos aquellos que tienen la necesidad de decir las cosas como son; y, sobre todo, su disconformidad con dicho sistema, serán peligrosos. Y si es posible callados, detenidos y encarcelados.

Una canción es tan peligrosa como una bomba casera. No matará pero avivará conciencias.

Gorki, guitarra y voz de la banda punk Porno para Ricardo, ha sido detenido por al régimen socialista de Cuba. Los que creemos en un socialismo humano donde se incluya al individuo y no se priorice solamente a la sociedad; los que creemos en un socialismo donde justicia social vaya de la mano con la libertad, exigimos su pronta liberación.

¡Libertad para Gorki Águila!

martes, 26 de agosto de 2008

KATYA ADAUI EN EL CICLO...

Continúan las presentaciones del ciclo LA NUEVA NARRATIVA PERUANA. Para este viernes 29, se presentará Un accidente llamado familia, de Katya Adahui Sicheri. La cita es a las 12.30 PM en la sala de grados Antenor Orrego de la facultad de Humanidades de la Universidad Federico Villlareal.

Estarán acompañando a la autora, la crítico Judith Paredes, el poeta y narrador Crisóstomo Gamboa, y Gabriel Ruiz Ortega. La moderación estará a cargo de Jorge Vergara.

Se recomienda asistir temprano, pues en todas las presentaciones, la sala Antenor Orrego se ha colmado de alumnos, docentes y personas interesadas en escuchar a los nuevos narradores peruanos.

lunes, 18 de agosto de 2008

NARRATIVA PERUANA: UN MUNDO DIVIDIDO

A raiz del artículo Un artefacto literario anacrónico de Iván Thays publicado en el diario El Comercio sobre el ensayo La generación del 50: Un mundo dividido, del escritor Miguel Gutiérrez, el poeta Rodolfo Ybarra ha respondido en su blog con: ¿Iván Thays contra Miguel Gutiérrez? . Al parecer la cosa no ha quedado allí porque el escritor Rafael Inocente arremete también con sus razones y me pide postear el siguiente artículo. Lastimosamente no he leído el ensayo, así que no puedo decir más. Pero lo que no voy a negar, es la importancia de Miguel Gutiérrez, por sus valiosos aportes a la literatura peruana.
El vano oficio de criticar sin leer
Rafael Inocente

Alguien dijo que el propósito último del arte es intensificar y exacerbar la conciencia moral de la gente. En particular la novela, la buena novela, tendría este efecto catártico, pues sería la forma más inmediata e insoportable de arte. La lectura de una buena novela nos cambia la vida. Sé de matrimonios que se han disuelto porque alguno de los cónyuges leyó cierta novela y decidió que la vida del personaje era más interesante que la suya propia. Puede entonces resultar doloroso leer una buena novela. Por eso pienso que para evitar este doloroso trance, Iván Thays no ha leído las ficciones de Gutiérrez, lo cual es decisión absolutamente personal de Thays, a fin de cuentas cada uno lee lo que le da la merecida gana. Pero pontificar de algo que no se ha leído, eso si tiene nombre propio.

El sentimiento inicial que experimenté al leer el artículo de Thays referido a la reedición del ensayo de Miguel Gutiérrez, La Generación del Cincuenta: un mundo dividido (Arteidea Editores, 2008) ha sido de sorpresa. No es que fuese inesperado el rechazo de un ensayo como el de Gutiérrez, rechazado ya y vilipendiado hasta el escarnio por distintos sectores, más notoriamente por la derecha liberal más ultramontana. Lo que me ha causado desconcierto es el subjetivismo y el desconocimiento de la obra de Gutiérrez de los que hace gala un literato considerado una joven promesa de la narrativa nacional.

Recuerdo que cuando cursaba el segundo o tercer ciclo de Biología en la Universidad Agraria, ávido de encontrar autores peruanos de posición honesta y valiente respecto a la putrefacción social que vivíamos por aquellos días, indagué con varios profesores de los distintos cursos de humanidades que se estudian los primeros ciclos universitarios. Desgraciadamente, la Agraria degeneró en cuanto a formación humanista desde la época en que suicidaron a Arguedas y yo estaba hastiado de tanto escritor onanista y huelepedo que cundía —cunde aún— en nuestro medio. Inquirí más detenidamente y surgieron algunos candidatos, refrendados por las voces de un par de profesores de la Universidad cuyos nombres prefiero mantener en reserva. Uno era un sociólogo con pinta de jipi reciclado, excelente profesor y amigo de los alumnos y sugirió vivamente leer a Miguel Gutiérrez, pero no solamente sus ficciones, si no además, dijo, su valioso ensayo La Generación del Cincuenta. Otro profesor, un delicado poeta que escribe en runasimi y en castellano, coincidió plenamente con el sociólogo neojipi. Debía leer a Miguel Gutiérrez.

Como mencioné, yo me encontraba empachado de aquella pléyade de escritores y poetas delicatessen con los que nos habían bombardeado en el colegio y tampoco me tragaba como muy cierta aquella vieja dicotomía entre poesía pura y poesía social. Estaba seguro que cuando un escritor o un poeta eran realmente buenos, lo eran en ambos registros. Allí estaban Vallejo, Balzac, Neruda, Víctor Hugo. Éramos, pues, un grupo de candidatos a agrónomos, biólogos, zootecnistas, forestales, prestos a salir a los campos pero no sólo como vendedores de paquetes tecnológicos de las transnacionales o plomizos funcionarios de algún ministerio, si no como reza el lema de la Universidad, deseábamos cultivar al campo, pero sobre todo al hombre, como intentó hacerlo aquél ingeniero agrónomo llamado Antonio Díaz Martínez. Por aquellos años, circulaba en fotocopia entre quienes llevábamos cursos de extensión agrícola, el libro Ayacucho, hambre y esperanza (Mosca Azul Editores, 1969, segunda edición 1985), un hermoso e implacable ensayo en el cual Díaz Martínez denunció el latifundio, las relaciones de servidumbre feudales y el gamonalismo enseñoreados en aquellas tierras, como declama en el poema inicial "Campesino hermano/tu hambre, / me duele en las entrañas; / tu sed, /la siento en mi garganta; /…" Cuando se publicó en el 1969, este libro fue recibido con calidez por estudiantes de extracción campesina, por profesores, por universitarios ansiosos de conocer una palabra alternativa al discurso hegemónico, pero además —al igual que La Generación del Cincuenta— el libro fue demonizado por la crítica académica y suscitó el odio de gamonales y letratenientes de la sociología que achacaron a Díaz Martínez escribir desde una posición doctrinaria. De manera anecdótica, se cuenta que por los 70, un latifundista serrano vociferaba por calles y plazas que mataría a Antonio a balazos. En el 1986 Antonio Díaz Martínez fue asesinado en el penal de Lurigancho junto a cientos de presos políticos, entre quienes se encontraban también Vilma Aguilar y Carlos Ayala Aguilar, esposa e hijo de Miguel Gutiérrez. Hoy, años después de aquella matanza, la investigación judicial no llega todavía a ningún resultado público.

Y fue precisamente un antiguo alumno de Zootecnia, conocido como el Abuelo Neper, quien había compartido aulas con Antonio Díaz Martínez, el que me prestó para fotocopiar —ya por el año 89 resultaba imposible conseguir algún ejemplar de La Generación del Cincuenta— el que considero tal vez el mejor ensayo que se haya escrito sobre una época del proceso literario peruano. Pero no sólo eso, pues para quienes teníamos ambiciones literarias aquél libro significó ante todo una deliciosa crónica de la vida cultural, política, social y bohemia de una generación determinante en el devenir de nuestra patria y un contundente mentís a quienes venían arrogándose la representatividad de la literatura peruana.

Todos estos recuerdos han venido a mi mente al leer la sarta de falsedades que le endilga Thays a Gutiérrez respecto a la calidad de su obra y su consecuencia de vida. Afirmar muy suelto de huesos que los personajes de las ficciones de Gutiérrez son "estereotipados" y "convencionales" refleja escandalosamente que Thays escribe porque se levantó y descubrió que se le habían caído más pelos de su adobada peluca y ni siquiera se permitió hojear alguna de las tantas novelas de Gutiérrez, muestra de manera flagrante su mezquindad frente a la obra de un escritor que viene siendo reconocido tardíamente por su extraordinaria e inocultable calidad literaria. Un muchacho como Martín Villar, abrumado por un mestizaje violento e irresoluto y que a pesar de ello lleva a buen término la novela que anima su vida, un doctor Gonzáles cuya grandeza refleja al individuo pero también al científico esforzado y pedagogo, un Padre Azcárate, rebelde en Barcelona y Piura pero siempre atormentado, un Odar Benalcázar León y Seminario, hacendado piurano proveniente de un linaje bastardo, una Sacramento Chira, matriz que da origen a la estirpe de los Villar, acaso un tributo a la sangre tallán de José Carlos Mariátegui Lachira, un Bauman de Metz, ubicuo y múltiple, una Primorosa Villar, bella y turbadora, una Xóchitl incestuosa pero sin mala conciencia, el viajero narrador de historias a un auditorio políglota en la China post revolución cultural, son todos personajes complejos y consolidados, no podemos considerarlos estereotipados y convencionales como pretende hacer creer Thays. Podría seguir recordando más personajes de la vasta obra de Gutiérrez, mas se que sería inútil. Thays va a la lectura de Gutiérrez como lo haría Alonso Alegría, ofuscado por sus prejuicios ("…pues supongo que la Cámara Peruana del Libro sabe distinguir entre el literato y el senderista, pero yo no puedo. Para mí, lo que escribe un senderista jamás será buena literatura. Es un defecto que tengo, qué voy a hacer" Dos preguntas cargosas para Miguel Gutiérrez, Perú 21, 29 de julio 2005). Para Thays, en su obnubilación individualista, no tiene cabida la superestructura ni el colectivo humano y todo lo que suene a social será doctrinero, panfletario y maniqueo. Comprensible entonces que la obra de Gutiérrez, surcada transversal y semánticamente por los conflictos étnico-sociales de un país-corral-de-chanchos nacido de una violación histórico-social le resulte insoportable. Tal vez a Thays y sus amigos le agraden más las ficciones que ensalzan un mestizaje ideal, la aculturación o la integración hacia proyectos nacionales sustentados en premisas unilaterales y pretendidamente civilizadoras. A fin de cuentas, acorde con los aires actuales de globalización cibernética y económica y crisis de los estados nacionales (¿o más bien reafirmación?), Thays admira aquellas obras en donde la exaltación del individualismo liberal se hace sin atenuantes.

Miguel Gutiérrez es agua clara en La Generación del Cincuenta. Transparente y líquido. Las bases teóricas, el rigor metodológico y la honestidad le permitieron generar planteamientos literarios y propuestas ideológicas con una fluidez tal que siguen desmelenando a los figurones de los sectores tradicionalmente reaccionarios. Aunque no exento de las incidencias propias de la subjetividad de una época, tal vez la más difícil de la historia del país, La Generación del Cincuenta continúa siendo un ensayo brillante y controversial, grato de leer, pero sobre todo desmitificador de la imposición que un grupo social intentó asignar como verdadera para toda la sociedad y la literatura peruana en particular. Eso es lo que ha enronchado a los integrantes de la llamada secta y es lo que no se le perdona a Gutiérrez. Más aún, lo doloroso para estos señores es la calidad literaria alcanzada por Gutiérrez, calidad considerada en el doble sentido de representación, estética y política. Para coronar la sordidez del artículo, Thays lanza alevemente un arma arrojadiza, intentando mancillar la vida privada y la consecuencia de un contador de historias que sigue viviendo modestamente en una casa sencilla como siempre lo hizo, sin figurar como escritor-estrella-del-rock, sin percibir ingresos del estado, ni prebendas ni mermelada alguna.

Ni concesivo ni arrugador, Miguel Gutiérrez se leerá más y mejor cada día, dejando en evidencia que desde esta tierra es posible descolonizar la ficción y la crítica y hacerlo con honestidad y rigor intelectual, sin dejar por ello de ser ameno.

¿Se leerán las novelas de Thays en el milenio que inicia? No lo sabemos. Pero, si como él vaticina —en coro con el Discovery Travel & Living— acerca de la existencia de artefactos anacrónicos en los países ex comunistas, no nos sorprendamos si nuestros nietos nos regalan con La Disciplina de la Vanidad adquirida a precio de huevo en una cachina de tiempos futuros. Eso si sobrevivimos al segundo gobierno aprista.

miércoles, 13 de agosto de 2008

¡EL PUNK ESTA MUERTO!

Yes that's right, punk is dead
It's just another cheap product for the consumers head
Bubblegum rock on plastic transistors
Schoolboy sedition backed by big time promoters
CBS promote the Clash
Ain't for revolution, it's just for cash
(Punk is dead, CRASS)

No le faltó razón a los CRASS declarar la muerte del punk en el año 1979. El problema pasaba porque ya no era lo que fue en un principio: Un medio de expresión de jóvenes sin futuro. Había pasado a ser el medio donde muchos se estaban asegurando, solapadamente, como Rockstars. La generación del No Future, vio cómo aquellos que habían pateado el tablero de las megabandas, se estaban convirtiendo en un remedo de lo que antes habían negado.

Muchos tildaron a los CRASS de aguafiestas, de resentidos sin visión de evolución. De escasos de criterio y demás cosas. Poco después apareció The Exploited para contradecirlos con su frenético tema: Punk's not dead.

Mal que bien el término punk sobrevive, de alguna u otra forma; ya sea como medio de expresión de jóvenes desesperados y marginales; o como una moda de pelitos parados, harapos de boutique y distorsionadas canciones MTV. Como decía Steve Ignorant: Punk became a fashion just like hippy used to be (El punk se volvió una moda tal como el hippie solía ser)

Para los primeros están todavía las ganas de dejar una voz en medio de lo que les jode y para los otros, está el cielo del consumo. Sino, que lo diga la agencia de publicidad londinense Saatchi & Saatchi, que el año 2007 hizo una campaña publicitaria para la marca de calzado Doc Martens, utilizando la imagen de tres Punkstars ya fallecidos. Sid Vicious, Joe Strummer y Joey Ramone (Kurt Kobain está como invitado de honor para captar el mercado grunchero)

Como ven, en las fotos aparecen tres angelitos punk, disfrutando del cielo, con sus Doc Martens bien puestas. El mensaje es FOREVER (Por siempre) Se puede interpretar que las botas están hechas para durar una eternidad, o que son parte de una estética llevadera más allá de la vida.

En 1987, Caín Fernández, el personaje de Rafo León, manifestó que Dios había castigado a Sid Vicious, llevándoselo al cielo: “Vicious está en el cielo, compadre, ese ha sido su castigo, ¿manyas?”

Por lo que se ve en la imagen de esa campaña publicitaria, Sid Vicious, se debe estar aburriendo de lo lindo ¿no creen?

martes, 12 de agosto de 2008

LIBRO COCHE BOMBA


Foto: Rocío Farfán

Mi causita *Patxi Irurzun, me envio este texto, el cual comparto con ustedes. Fue leído en la presentación de Generación cochebomba en el Centro Cultural de España (junio del 2007)A veces, cuando leo cosas que me gustan, siento, además del placer propio de la lectura, otro placer, este malsano: el de la envidia. Menudo hijoputa, esto lo tendría que haber escrito yo, me digo. Con ese título, cuando Martín me mandó su novela hace ya tiempo, me ocurrió lo mismo. Es un título, sin duda, cojonudo, pero no estoy muy seguro de que aquí en España, o en el País Vasco, lo que sea esto (y ya me va dando igual, mi patria está en mis zapatos, y mi bandera son las sábanas revueltas de mi cama después de una noche de amor), no estoy muy seguro de si aquí habría podido titular una novela de ese modo, Generación cochebomba, sin correr ciertos riesgos.

No hablo de riesgos físicos (aunque quizás, también sí) sino del riesgo de que inmediatamente me intentaran clasificar, identificarme con quienes ponen las bombas, o con quienes acaban encalados en los tejados por culpa de ellas… Que puta manía, esa de clasificar a la gente. Menos mal que todavía existe gente que se resiste a ser etiquetada, que escribe sin complejos, sin buscar el éxito inmediato, el dinero fácil, la caricia en el lomo de los poderosos… Gente valiente, como Martín y su novela.

Gracias Martín, por ella, y gracias por hacerme retroceder a aquel tiempo ya perdido, de los conciertos, las okupas (los gaztetxes), las broncas con la policía, el cuero y el kalimotxo, el sueño de que podíamos cambiar el mundo, clavado en la frente como una tachuela … Por eso precisamente, sigue ahí. El punk ha muerto a este lado del océano, aquí, pero su legado permanece fijo en la mente, amarrada a ella como un imperdible. Y algún día, ya pensaremos cómo, haremos volar, mandaremos a tomar por culo, encalaremos en el tejado para siempre este mundo de los poderosos y construiremos otro nuevo para la gente.

En Pamplona, 7 de junio de 2007, mientras en la calle, por una de esas casualidades mágicas que tiene la vida, en las fiestas de mi barrio un grupo de rock toca Historia Triste, de Eskorbuto.

*Patxi Irurzun, Pamplona (1969), es autor de los libros de cuentos, "Cuentos de color gris" (1989) y Cuentos sanfermineros (2005), las novelas "Cuestión de supervivencia" (1998), "Ciudad Retrete" (2002) y Odio enamorado (2007). El libro de viajes "Atrapados en el paraíso" (Premio a la creación literaria del Gobierno de Navarra 2005) y del minilibro "El cangrejo valiente" (2004). Ha participado en las antologías Cuentos de fútbol 2 (Modadori, Italia, 2006 -en italiano-), "Cuentistas" (Ateneo Obrero de Gijón, 2004), El Aspersor (Radio Nacional de España, 2004), Golpes. Ficciones de la crueldad social (DVD, 2004), Miradas, ecos y reflejos... del zapatismo a la utopía y viceversa (CGT, 2004) o "El Quijote, instrucciones de uso" (e.d.a ., 2005). También ha escrito una guía de viajes sobre La Habana, los textos para el libro de fotografías "El Bulevar del Zope" de Joseba Zabalza, los guiones del album de comic "A Chankete le olía el aliento" de Juan Kalvellido y varias biografías de personajes históricos para niños. Es autor del reportaje "El mural mágico", traducido a diferentes idiomas (CGT, 2004) Ha publicado cientos de colaboraciones en diferentes medios: El Canto de la Tripulación, El Europeo, Rolling Stone, Gara, Dominical, Mono Gráfico, Vinalia Trippers... Ha ganado diferentes premios, como "El Viajero", de El País-Aguilar, el "Ciudad de Palencia" o el Francisco Yndurain de las letras para autores jóvenes (2003). Edita el ciber fanzine de Literatura Borraska.

domingo, 10 de agosto de 2008

EDUARDO REYME EN LA VILLAREAL


El ciclo LA NUEVA NARRATIVA PERUANA presenta esta vez, DUERME TRANQUILA, REBECCA de Eduardo Reyme Wendell. La cita es este jueves 18 de agosto en la sala de grados Antenor Orrego de la facultad de humanidades de la universidad Federico Villareal.

Presentarán, Dorian Espezúa Salmón, Carlos Enrique Saldívar y Marco García Falcón. La moderación estará a cargo del siempre ponderado Armando Alzamora.

Como ha venido sucediendo en las presentaciones pasadas, se recomienda llegar antes de las 12:30 para que no se queden afuera. La expectativa es grande y ha sobrepasado la capacidad del auditorio.

Organiza el grupo literario OTRAS VOCES.

miércoles, 6 de agosto de 2008

HIROSHIMA NIGTHMARE


Oh yes they say it's defence, they say it's decency, Mai Lai, Hiroshima, know what I mean? (Banned from the Roxy, Crass)

Matar con un coche bomba, con un hombre bomba, es un crimen repudiado por todos en todos los lados del mundo. Los medios de comunicación condenan día a día esta barbarie de nunca acabar. Ninguna ideología, ninguna religión valen lo que vale una vida humana y más si esta es inocente. Y en eso estamos todos de acuerdo.

Pero… ¿Quién condena crímenes mucho peores que el cometido por el solitario Muyahidin que se inmola en nombre de Alá? ¿Quién condena a esos "héroes" que borran del mapa pueblos enteros en nombre de la democracia? ¿Quién condena al que disparó al anónimo irakí y luego preguntó si estaba de acuerdo con las libertades de occidente?

De uno u otro lado los crímenes son la misma cosa. Así digan que unos lo cometen en nombre de la “civilización” y los otros en nombre de la barbarie. Para las cabezas más o menos informadas o sensibles, esto no tiene ninguna duda. Pero, para los terroristas con estrellas en los hombros, no les conviene en nada que se les considere de esa forma. Ellos prefieren maquillarnos la cosa, dorarnos la píldora, pintarnos pajaritos en el aire.

Hace un tiempo pasaron en History Channel, la biografía del mariscal soviético Georgy Zhukov, el que aun siendo general dirigió la victoria de las tropas rusas en Moscú, Stalingrado y Berlín. Lo curioso de esta biografía era la opinión de ciertos generales americanos, historiadores militares ellos, sobre los métodos del mariscal rojo. Uno de ellos afirmaba que Zhukov ganaba sus batallas porque no tenía remordimiento en perder miles de soldados por lograr sus objetivos trazados. Y sentencia su apreciación con estas palabras. “Si Zhukov hubiese sido general de un ejercito democrático, sus métodos no hubieran sido permitidos”.

Tiene razón, una lógica de la guerra es lograr objetivos con el mínimo número de bajas. Y no porque importe la vida de sus muchachos, sino por un criterio de logística: El soldado que sobrevive a la batalla de hoy, peleará en la batalla de mañana. Pero, otro criterio militar es el de saber que un soldado está preparado para combatir y morir en las misiones que se les asigna.

Bien, el mariscal Zhukov pudo haber sido un salvaje que mandaba a la muerte a sus soldados; pero, también sabía que un soldado está para eso; pues, son los llamados a ser sacrificados, por todos aquellos, que en la retaguardia, esperan una victoria de sus armas. Si esto es ser prácticamente un salvaje, analicemos este otro criterio de un ejército occidental, civilizado y democrático.

Después de la toma de Iwo Jima, el alto mando norteamericano determinó que la resistencia japonesa había ido aumentando en tenacidad y sacrificio. Pronosticaron, entonces, que la toma de la isla de Japón iba dar como resultado cientos de miles de bajas entre sus soldados. Ojo… de sus soldados. No consideraban para nada las bajas de soldados nipones.

Esta preocupación por la vida de miles de american boys a quienes no querían mandar al sacrificio, tal como lo hacía Zhukov en el ejercito comunista y totalitario de la Unión Soviética, los llevó a tomar una sabia decisión: Lanzaron la bomba atómica sobre Hiroshima el 6 de agosto y el 9 del mismo mes, sobre Nagasaki. Más de doscientos mil civiles inocentes murieron calcinados y miles más morirían, por los efectos de la radiación. Incluso, años después, los hijos y nietos de los sobrevivientes. A la semana el emperador Hirohito firmaría la rendición incondicional del Japón.

La vida de esos inocentes no valía tanto como la de esos soldados, que estaban para eso, para morir por su patria.

A sesenta años del lanzamiento de la bomba, nuestra “civilización” democrática y occidental se cimienta sobre un montón de cadáveres calcinados.

* FOTO: Víctimas de Hiroshima a los pocas horas del estallido de la bomba. La foto fue encontrada por un militar norteamericano en una cueva de dicha ciudad, pidió que no sea difundida hasta el 2008.

lunes, 4 de agosto de 2008

EL ARCHIPIELAGO SOLYENITSIN

Alexander Solyenitsin en el Gulag
En una pequeña librería de la avenida Wilson vi la portada entre una ruma de libros viejos, ofertados a dos soles cada uno. No lo dudé dos veces antes de comprarlo. Su temática me está sirviendo de mucho para algo que pienso escribir a futuro. Estoy hablando de El archipiélago Gulag de Alexander Solyenitsin.

La vengo leyendo junto a otros libros, como es mi costumbre, y cada día no me deja de sorprender sus páginas, donde nos revela cómo los totalitarismos manifiestos y encubiertos, hacen de la tortura, la vigilancia y las desapariciones, un arte siniestro y macabro. Refinamientos perversos que la literatura ha recreado a través de los tiempos. Lo lamentable es que El Archipiélago Gulag está basado en hechos reales: Los padecimientos del autor como un zek o recluso sin derecho a ningún tipo de buen trato. Su delito fue haber escrito unas cartas donde insinuaba críticas al estalinismo. No sirvió de nada su grado de capitán del ejercito rojo en su avance contra la Alemania nazi, igual fue recluido.

Premio Nóbel de literatura en 1970 por sus anteriores obras (El primer círculo, El pabellón del cáncer, Un día en la vida de Iván Denisovich) Estuvo vigilado de cerca por la KGB por su posición abiertamente disidente del régimen soviético. Por este motivo su secretaria que tenía la misión de sacar de la URSS el manuscrito de El archipiélago Gulag se suicidó cuando fue detenida y torturada, según se dice por miedo a ir a parar en el Gulag.

Solyenitsin vivió en el exilio, desde 1975, concretamente en Estados Unidos y fue un anticomunista y antisoviético. Aplaudido como un campeón de las libertades democráticas, como un intelectual de las conciencias libres, se manifestó todo lo contrario cuando regresó a su patria tras la caída del régimen comunista.

Nacionalista, paneslavista, antisemita. Exaltaba el regreso a las tradiciones de la madre patria Rusia, las cuales no estaban muy acordes con las libertades democráticas de occidente. Mal, según él, del debilitamiento del alma eslava de los rusos y su misión como pueblo de avanzada en la historia mundial.

Monarquista y ortodoxo. Aunque lo primero no era una vuelta al zarismo, porque el absolutismo podía encajar en la presencia de un presidente con plenos poderes. Por tal razón, saludó las medidas de Vladimir Putin y lo denominó el Salvador de la Patria.

Consecuente con sus ideas, aconsejó a éste radicalizar sus medidas contra los enemigos de la Madre–Rusia (Chechenios concretamente) para quienes exigía la pena de muerte. Pedía, también, la repatriación a Israel de los judíos. Sus artículos donde se manifestaba abiertamente antisemita, causaron mucha polémica entre los círculos intelectuales.

El premio Nóbel de literatura, el antiguo abanderado de las libertades democráticas dentro de la Unión Soviética, se había convertido en un Joseph Goebbels. ¿Lo seguirán aplaudiendo sus antiguos seguidores? ¿O lo recordaran solamente por esa etapa de su vida, de disidente?

Hoy Alexander Solyenitsin falleció de una insuficiencia cardiaca en Moscú. Es una muestra más, de que no necesariamente la obra de un escritor, va acorde con sus maneras de pensar o actuar ¿Si o no varguitas?